07 Ago La fisiología de la germinación: ¿Por qué algunas semillas germinan y otras no?
Te contamos qué ocurre dentro de una semilla antes de que emerja la vida. Un enfoque técnico que explica cómo trabajamos para garantizar el inicio sano y vigoroso de cada cultivo. La germinación es mucho más que el “nacimiento” de una planta. Es un proceso fisiológico complejo, donde intervienen factores internos (propios
de la semilla) y externos (ambientales), y cuya interacción determina si esa semilla logrará convertirse en una plántula saludable. Comprender esta dinámica nos permite tomar decisiones en el manejo de semillas y establecer criterios claros de calidad para la comercialización.
En La Rural Semillería realizamos evaluaciones de germinación bajo condiciones controladas de laboratorio, con el objetivo de analizar en profundidad estos factores y brindar semillas con potencial real y confiable.
¿Qué ocurre durante la germinación?
Desde el punto de vista fisiológico, la germinación comienza cuando la semilla absorbe agua, lo que activa procesos metabólicos internos: activación enzimática, movilización de reservas, respiración celular y división celular. Esto desencadena la ruptura de la cubierta seminal y la emergencia de la radícula, primer signo visible del proceso.
Este proceso puede completarse exitosamente o no, y la diferencia suele estar dada por cuatro variables clave:
Factores internos:
- Viabilidad: La semilla debe estar viva y metabólicamente activa. Con el tiempo, pierde esta capacidad si no fue bien conservada.
- Vigor: Se refiere a la fuerza o energía con la que inicia la germinación. Dos semillas viables pueden germinar, pero una lo hace más rápido y con mejor implantación.
- Dormancia: Algunas especies tienen mecanismos que inhiben la germinación incluso en condiciones óptimas. Es un fenómeno natural que requiere “desbloqueo” mediante tratamientos específicos.
- Genética: La especie y variedad determinan características fisiológicas propias, como velocidad de emergencia, respuesta a la luz o tolerancia a condiciones adversas.
Factores externos:
- Temperatura: Cada especie tiene un rango óptimo. Por debajo o por encima, la germinación se retrasa o directamente no ocurre.
- Humedad: Es esencial para activar el metabolismo, pero el exceso puede asfixiar la semilla o promover hongos.
Oxígeno: La semilla respira. En medios saturados de agua o compactos, la falta de oxígeno limita su desarrollo. - Luz: Algunas especies requieren exposición a la luz para activar su germinación. Otras germinan mejor en la oscuridad.
Todo comienza mucho antes de poner la semilla en el suelo.
El éxito de una siembra depende, en gran parte, de lo que ocurre antes: la fisiología de la semilla, su manejo postcosecha, la conservación, y sobre todo, el control de calidad previo a su comercialización.
Una semilla genéticamente fuerte, mal conservada, puede perder vigor. Una especie sensible, bien almacenada y sembrada en condiciones óptimas, puede germinar mejor que una más resistente.
Importancia de la trazabilidad en semillas: saber de dónde vienen y cómo se conservan
Todo lote que ingresa al circuito comercial debe estar identificado, documentado y trazado. En nuestra semillería se registran:
- Fecha de ingreso del lote
- Tipo de envase
- Condiciones de almacenamiento
- Tiempo estimado de conservación fisiológica
Esto permite:
- Detectar lotes envejecidos o con riesgo de pérdida de viabilidad
- Establecer protocolos de rotación
- Tomar decisiones preventivas y evitar reclamos
- El control de calidad comienza con la trazabilidad.
Sin datos, no hay decisiones técnicas posibles.
¿Por qué este trabajo es importante para quien siembra?
Detrás de cada análisis hay una realidad simple: quien siembra, espera que la semilla germine. Todos necesitan saber que el material que siembran tiene vida. Al controlar estos factores y asegurar la calidad fisiológica de cada lote, reducimos riesgos, optimizamos implantaciones y fortalecemos la confianza entre quienes producen y quienes proveen insumos.